Después de tanta lluvia en nuestra ciudad de Cartagena los días 2 y 3 de noviembre, nos vimos obligados a aplazar la tan esperada actividad de desayuno americano para nuestra querida Edad Dorada. Sin embargo, esta adversidad no nos detuvo; nos impulsó a redirigir nuestros esfuerzos hacia los más pequeños de nuestra comunidad.
En un gesto de solidaridad y amor, decidimos preparar y entregar refrigerios de chocolate caliente y sánduches a 300 niños de Henequén, con la colaboración incansable de la Fundación Nueva Esperanza. La felicidad se palpaba en cada rincón, con sonrisas que iluminaban más que el sol, y los niños disfrutaban cada bocado con alegría desbordante.
El invierno trae consigo uno de los problemas más tristes y urgentes: el hambre infantil. Muchos padres, que dependen de trabajos informales, ven sus ingresos reducidos cuando la lluvia impide sus labores diarias. En esos días, no hay dinero, y a menudo, no hay comida en la mesa.
La respuesta fue inmediata. Con chocolate caliente y sánduches, no solo aliviamos el hambre de estos niños, sino que también llevamos un mensaje de esperanza y solidaridad. Ver sus caras alegres y disfrutar de cada bocado nos recordó por qué hacemos lo que hacemos.
Queremos extender nuestro más profundo agradecimiento a todos los donantes y colaboradores que hicieron posible esta noble causa. Gracias por su apoyo constante y por creer en el poder del amor y la comunidad para transformar vidas. ¡Gracias, gracias, gracias!
Este evento, más que una entrega de alimentos, fue un recordatorio de la resiliencia y la generosidad que caracteriza a nuestra comunidad. Seguiremos trabajando, unidos bajo cualquier clima, para asegurar que cada niño y adulto mayor reciba el amor y apoyo que merece.
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